Dr. Miquel Roca

Médico psiquiatra, Catedrático de Psiquiatría y Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de las Islas Baleares

El Dr. Miquel Roca es un reconocido psiquiatra, experto en trastornos depresivos y suicidio, que actualmente está volcado en su faceta de formador de futuros profesionales de la salud, incidiendo en aquellos aspectos que pueden ayudar a lograr un sistema de salud basado en la humanización de la medicina.

Factores sociales que definen la sociedad actual como la longevidad, el sedentarismo, el aislamiento o la hiperconectividad, ¿cómo cree que afectan a la salud de la mente?

Las enfermedades mentales son el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos y sociales. Una adaptación continuada a cambios sociales como los citados no resulta sencilla para muchas personas: implican numerosas conductas, emociones, motivaciones… que en poblaciones de riesgo resultan complejas y pueden precipitar un trastorno, actuar como factores de mantenimiento del mismo o como “gatillo” para desencadenar nuevos episodios, cronificando estos cuadros.

Y en concreto, las redes sociales, ¿cómo inciden en la salud mental?

En poblaciones jóvenes, hemos visto problemas derivados del acoso, del control entre parejas, de conductas relacionadas con la conducta suicida o los trastornos de la alimentación, por citar algunos ejemplos, que preocupan muchísimo desde una perspectiva de salud mental. Además, en las redes sociales no hay filtro alguno para la desinformación, para las propuestas de soluciones en absoluto científicas a problemas emocionales o a enfermedades mentales.

Chica con depresión

Se estima que el 25% de la población tiene o tendrá algún tipo de problema de salud mental a lo largo de su vida. ¿Está la sociedad preparada para afrontar esta realidad sin estigmas ni prejuicios?

El estigma de las enfermedades mentales, de las personas con enfermedad mental, incluso de la psiquiatría y de los psiquiatras se ha reducido en los últimos años, pero nos queda una amplia distancia por recorrer. Las asociaciones de pacientes están trabajando de manera excelente en este sentido y la colaboración de todos los estamentos es necesaria. Nos ayuda mucho que personas conocidas que han padecido una enfermedad mental lo hagan público sin prejuicio alguno, porque quienes no tienen esta relevancia entienden mejor que el diagnóstico no es una vergüenza, que deben buscar ayuda profesional y que los tratamientos son cada vez más eficaces y, en el caso de los psicofármacos, con menos efectos secundarios.

Aunque cada vez hay tratamientos y terapias más eficaces contra la depresión, aún no se consigue disminuir la tasa de suicidios. ¿Qué debería mejorar en el sistema para lograr un descenso en la cifra de suicidios? ¿Hablar de ello en los medios de comunicación, con rigor y sin tabúes, ayudaría?

El suicidio sigue siendo un grandísimo problema de salud pública y muchos estudios y opiniones de expertos nos indican que el silencio no ha ayudado a reducir las cifras. En estos momentos creemos que hay que hablar abiertamente de la conducta suicida. Hace ya unos años la OMS difundió un documento que señala que debemos hablar del suicidio, sin entrar en detalles escabrosos de una conducta suicida, relacionarlo siempre con una enfermedad mental previa y repetir que si se trata adecuadamente esta enfermedad mental se reducen las conductas suicidas.

Valores como el afecto, la empatía, la escucha, la confianza, necesarios en la relación entre cualquier profesional y paciente ¿lo son aún más en pacientes con enfermedades mentales tan difíciles a veces de diagnosticar?

Lo han sido, lo son y lo serán. La psiquiatría sigue fundamentando su práctica en la entrevista clínica, sin exploraciones complementarias como una analítica o una neuroimagen por citar dos ejemplos que ayuden por ahora en la consulta diaria. Un paciente, sin un psiquiatra que muestre estas características señaladas, difícilmente reflejará en una entrevista clínica problemas emocionales, motivacionales o conductuales.

Ayuda mucho que personas conocidas que han padecido una enfermedad mental lo hagan público sin prejuicios.

¿Cómo se puede reforzar desde las facultades el papel de los futuros profesionales sanitarios para lograr una mayor afectividad de la medicina?

Creo que debe ser uno de los aspectos esenciales en los programas docentes del Grado de Medicina. Los programas deben reflejar -y en su mayoría lo están haciendo- esta necesidad absoluta de que aspectos de comunicación, de psicología médica, de ética estén claramente presentes durante el aprendizaje de la medicina. El futuro de los alumnos debe dirigirse a lograr un profesional competente, basado en la evidencia científica, ajustado a los valores del llamado Modelo Afectivo Efectivo, para llegar a una atención basada en la confianza y empatía.

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